La vigilancia tecnológica en las instituciones de educación superior

Por: Fabián Adames Papa,  Matemático, Magister en Economía.

Actualmente existen diversos puntos de vista y opiniones referentes a la vigilancia tecnológica (VT). Expresado desde el ámbito social (situaciones de desarrollo socioeconómico, competitividad territorial y demandas de sostenibilidad), empresarial (tendencias, sectores emergentes, necesidades tecnológicas) y el medio académico (universidades y centros de investigación científica), son numerosos los autores que han aportado definiciones y propuestas de modelos de gestión al debate. Según (Jakobiak, 1992), la VT consiste en la observación y el análisis del entorno tecnológico, científico y de los impactos económicos presentes y futuros, con el fin de identificar las amenazas y las oportunidades de desarrollo. Por otro lado, la VT es considerado como un instrumento estratégico que permite de forma sistemática la obtención y análisis de información interna y externa para transformarla en conocimiento y reducir el riesgo en la toma de decisiones en un determinado ámbito (Palop y Vicente, 1999). Otros autores (Delgado y Arrebato, 2011) establecen la vigilancia tecnológica como un conjunto de acciones coordinadas de búsqueda, procesamiento (filtrado, clasificación y análisis) y difusión de la información obtenida en una organización para su proceso de toma de decisiones.

Realizando una observación que permita comprender mejor el concepto de VT, partimos de la esencia del término vigilancia. Según la Real Academia Española (RAE), la palabra vigilar procede del verbo velar y se define como “cuidar de algo o alguien observando atentamente”. Por extensión, la VT vela por responder a las necesidades de las organizaciones a través de la gestión eficiente de información, permitiendo orientar el futuro de manera sostenible y responsable. Sin embargo, si nos centramos en un concepto meramente técnico, se destaca la definición establecida por la Asociación Española de Normalización (AENOR, 2018), el cual, a partir de las Normas UNE 16600:2006, UNE 166006:2011 y su última versión de gestión de la Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i), la Norma UNE 166006:2018 que tiene por objeto “facilitar la formalización y estructuración del proceso de recogida y análisis de información sobre el entorno de una organización, para apoyar la toma de decisiones”.

Si enfocamos los conceptos ya mencionados a las Instituciones de Educación Superior (IES), tendríamos que la VT tiene como función obtener información científica del exterior, clasificarla, analizarla y difundirla para convertirla en conocimiento. Antes de realizar un acercamiento más profundo de la VT a las IES, es relevante conocer un poco de la historia de este campo y por qué aún existe resistencia en esta práctica, la cual, tiempo atrás, se vio como un tema tabú y desleal.

Aunque la VT no es un campo de acción moderno, en Colombia existe una gran brecha en el conocimiento de este tema, generando en diferentes sectores resistencia debido a que se compara con el espionaje. La necesidad de saber “la situación del otro” reside desde el año 1784, en el que el ingeniero español Agustín Betancourt, en base a una máquina que había observado en Londres, diseñó su propia máquina mejorada de vapor de doble efecto. Este avance fue decisivo para la propagación de la revolución industrial en Europa, por lo que desde entonces se consideró esta práctica como no ética. Sin embargo, ¿Quién nos dice si somos o no “éticos” cuando buscamos la máxima información de lo que hacen los demás?

Es en este punto donde entran a jugar las ya llamadas “fuentes de información”, pero ¿todas las fuentes son legales? Si adquirimos información de una organización o institución de un empleado insatisfecho que allí trabaje, aunque el procedimiento sea consentido entre las diferentes partes se considera esta transacción ilícita, lo que inmediatamente incurriría en un claro caso de espionaje. En cambio, si la información obtenida proviene de una fuente licita, estaríamos hablando de Inteligencia Competitiva (IC), lo que en otras palabras sería una competencia ética y justa. Pero entonces ¿Cuáles son las fuentes legales? Básicamente son todas las fuentes públicas (DANE, Banco Mundial, Registro Mercantil) y privadas (Bases de datos por membresía). En la academia se utilizan los dos tipos de fuentes, por lo general el primer indicador en el que se debe pensar a la hora de realizar el estudio de VT en una IES es la nueva producción intelectual y citas que tengan sus investigadores, apoyándose en las fuentes públicas como Publindex, Latindex y fuentes privadas como Scimago Journal Rank (SJR) y Web of Science (WoS).

Si realizamos una mirada más profunda de las necesidades de información de una IES en Colombia, se han identificado fuentes de información y recursos relevantes a la hora de realizar el análisis de VT tales como: i) documentación propia, ii) fuentes documentales como libros, revistas, trabajos de grado y tesis de posgrados, iii) registros de asistencia a congresos, seminarios, ferias y ponencias por parte de los investigadores y iv) Publicaciones de los docentes (Marulanda, Hernández, & Lopez, 2016). Desde mi experiencia en este campo, he comprendido que existen cuatro tipologías de medición para las IES establecidas por MinCiencias (antes llamada Colciencias), el cual, se establecen como: i) Productos resultados de actividades de Generación de Nuevo Conocimiento, ii) Desarrollo Tecnológico e Innovación, iii) Apropiación Social del Conocimiento y iv) Productos de actividades relacionadas con la Formación del Recurso Humano para la Ctel. Gracias a estas tipologías se puede determinar la visibilidad de una IES a nivel global.

Como reflexión final, las IES toman un papel importante en las dinámicas de cambio del mundo actual; considerando estas como un eje fundamental en el desarrollo social y científico, las IES deben contar con mecanismos que permitan avanzar los procesos de gestión del conocimiento y crear estrategias con los diferentes sectores empresariales, creando oportunidades a futuros investigadores en el acceso a los diversos medios y herramientas tecnológicas.

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