550 toneladas de basura provenientes de 27 municipios del departamento del Huila llegan a diario al relleno sanitario Los Ángeles, vereda La Jagua, Neiva; cerca de 30 Familias son vecinas del relleno; hay un riguroso manejo de dichas basuras por parte de la empresa Ciudad Limpia; aun así, algunas de estas familias manifiestan afectaciones. La comunidad se organiza y demanda soluciones.
Por: Bernardo Monje Sanchez – Juan Guillermo Soto M.
Día de por medio pasa por nuestras casas el carro de la basura. Se la lleva. Es lo que sabemos y por lo general lo que nos importa. ¿A dónde va?, ¿qué se hace con esa basura?, ¿y los residuos de los hospitales? Como le suele pasar al ser humano, es a través del conflicto que logra conocer, y a veces entender, realidades con las que prácticamente convive. El pasado 25 de agosto los neivanos salimos en la mañana para nuestros trabajos y nos dimos cuenta que el carro de la basura no había pasado. La ciudad entera llena de bolsas de basura. Algo supimos por la prensa local: “…la protesta de los habitantes que bloquean la vía de acceso al relleno sanitario de Neiva, desde el pasado martes, ha provocado el represamiento (…) protestan por incumplimientos de la administración municipal en el mantenimiento de las vías, entre otras peticiones (….)”: tan solo la punta del iceberg.
550 toneladas de basura provenientes de 28 municipios del departamento del Huila, incluyendo Neiva, llegan a diario al relleno sanitario Los Ángeles, en la vereda La Jagua, vía Fortalecillas. 30 familias son vecinas del relleno, pero también de la fábrica incineradora de residuos peligros, Incihuila; y también, aguas arriba de la quebrada La Jagua, de Ecopetrol, con el Campo Río Ceiba Norte. Lo que hace 30 años era su “paraíso”, hoy es casi zona industrial.
Los problemas: 1) Relleno Los Ángeles. “A mi finca, sobre todo en las noches, llega ese olor a lixiviado (es decir el “jugo” que sale de la basura, en el relleno) y es insoportable; estoy invadido por los chulos: defecan en todas mis plantas y tienen sitiada la parte de la quebrada que pasa por aquí; a veces el viento me trae algunas de las bolsas de basura que llegan al relleno”. 2) Incihuila. “La fábrica incineradora de residuos peligrosos, de la empresa Incihuila, genera mucho humo. Humo negro. Ese sí nos alcanza a llegar a nosotros”. 3) Ecopetrol. “La quebrada ha perdido caudal en los últimos años, incluso en varios tramos ni siquiera hay quebrada. Está seca”. 4) Las tres empresas. “A diario transitan por la vía, que es destapada, camiones de estas empresas; el peso de estos la deteriora y su paso a gran velocidad levanta grandes nubes de polvo. Por la misma vía, entre esas nubes de polvo, transitamos nosotros a diario, por lo general en moto. La vía no tiene alumbrado”: Reynel Vidarte, Yolima Méndez, y Damaris Valdés, algunos de los habitantes de la zona que manifiestan afectaciones de algunas de estas empresas.
El pasado 24 de agosto el carro de la basura no pasó. Al día siguiente los neivanos supimos por la prensa que los habitantes del sector habían bloqueado el paso de los camiones hacia el relleno y estaban pidiendo mejoras en la vía, “entre otras cosas”. Meses después, y siguiéndole la pista a un proceso de acompañamiento que ha hecho la Universidad Surcolombiana a la comunidad de esta vereda, Desde La U la visitó para conocer un poco más sobre esas “otras cosas” que demanda la comunidad y la respuesta de las Instituciones involucradas.

Hace 30 años…
“Primero fueron las fincas y luego el relleno. Luego empezó el basurero, que era a cielo abierto; llegaban los carros, botaban la basura, y no la tapaban; mucho menos había regulación de alguna entidad ambiental”, recuerda Victoria López, quien lleva 30 años viviendo en la vereda. Desde el año 1991 se trae basura al sector. En el año 98, la Alcaldía delegó a Empresas Públicas de Neiva, Epn, la tarea de las basuras (la actual dueña del predio). Hasta ese entonces, la mayoría de pobladores concuerda en que todo “era un desorden”. En el año 2013 Epn contrata a Ciudad Limpia. Desde entonces el proceso de recolección y depósito de basuras se realiza bajo un plan de manejo ambiental que debe ser aprobado periódicamente por la Corporación Autónoma y Regional del Alto Magdalena, CAM: plan de gestión social, compensaciones, monitoreo de agua, aire, suelos…
Con el paso de los años algunos vecinos del relleno han manifestado afectaciones, específicamente por los olores, los cuales en ocasiones se sienten en horas de la noche. En el caso de Reynel Vidarte, cuya finca se encuentra a 800 metros del relleno, asegura que la quebrada la Jagua, en el paso de su predio, está contaminada por el asedio de los chulos que vienen del relleno; además, en ocasiones estos se han comido algunos de sus becerros recién paridos. “Por otro lado, a veces caen bolsas que el viento trae del relleno y que el ganado se come, porque están untadas de comida; recientemente se me murió un novillo, lo rajé y le encontré residuos de bolsas”, asegura Reynel, quien sugiere que no deberían dejar abierto el talud (celda número 4) en la que actualmente se está depositando la basura.
Damaris Valdés, egresada del Programa de Ciencias Naturales de la USCO y actual presidenta de la Junta de Acción Comunal de su vereda, asegura que a su casa y a la de sus familiares vecinos también les llega los olores, ocasionalmente y en las noches, producto del relleno. Su casa se encuentra a 1500 metros del botadero.
Otros, como Ramiro González, cuya vivienda se ubica a 900 metros del relleno, aseguran no sentir olor ni afectación alguna. Pero sí se queja del empobrecimiento de la quebrada La Jagua, “vivo acá hace 25 años. Antes sí corría bastante agua, agua superficial”, asegura Ramiro. Y es que esta quebrada, actualmente, tiene una particularidad: en unos tramos corre agua en la superficie y en otros se vuelve subterránea. Aparece y desaparece constantemente. Según el ingeniero Jose Hernán Suárez, jefe de Disposición Final de la empresa Ciudad Limpia, a estas quebradas se les llama cuerpos lénticos, “porque no corren, se estancan en unos sectores, en otros no es que desaparezca; ella continúa su curso de forma subterránea, luego vuelve y sale”.
“Lo cierto es que antes corría agua, abundante, y ahora no”, destaca doña Victoria. Al respecto, Xenny Yolima Méndez, también vecina del relleno y docente de la Universidad Surcolombiana, afirma: “lo del flujo del agua…no tenemos evidencia, pero sospechamos que allá arriba están haciendo fraking, nos están sacando agua; o quizás sea por tantos años de explotación petrolera. Lo cierto es que la quebrada ha perdido mucha agua”, resalta la docente. Ella ha convertido su finca en un centro ecoturístico; por allí también pasa la quebrada La Jagua, luego de que la misma ya ha cruzado el predio de don Reynel y el relleno Los Ángeles. Sin embargo, asegura haberle hecho varias pruebas al agua, la cual se encuentra limpia. “No está contaminada. Lo que sí es problemático para nosotros es ese humo negro que sale de la fábrica Incihuila. Ese sí nos llega hasta acá”, destaca la docente.
Al respecto el ingeniero Daniel Villalba, de Incihuila, asegura que la empresa cumple con todos los requisitos estipulados en la licencia ambiental No 1665 otorgada por la CAM. Al intentar hablar con algún funcionario de esta entidad, teniendo en cuenta que es la encargada de hacer seguimiento a estas empresas, su comunicador social, Miller Eduardo Cortés, manifestó que la CAM no daría entrevistas al respecto, pero que sí facilitaría los informes de seguimiento a las licencias y permisos ambientales que ellos hacen tanto a Incihuila como a Ciudad Limpia. Las conclusiones de ambos informes: “se evidencia el cumplimiento a las obligaciones establecidas en la Resolución”.

Ciudad Limpia
El relleno sanitario Los Ángeles, propiedad de Empresas Públicas de Neiva, administrado actualmente por Ciudad Limpia, cuenta con un terreno de 156 hectáreas. La vida útil del relleno se estima hasta al año 2035. Cuenta con 7 celdas (piscinas gigantes) en las que se arroja la basura. Una celda tiene capacidad para recibir basura por dos años y medio. Actualmente se está llenando la número 4 (las tres que faltan, que no se han construido, tendrían una mayor capacidad que las anteriores). Todos los días de la semana, durante las 24 horas del día, el relleno está abierto y recibiendo basura. Por ley, debe estarlo.
La basura que se descarga en la celda es aplastada con maquinaria pesada, cubierta con mallas de material sintético, material de cobertura que se extrae del mismo terreno, y luego con más basura, basura nueva. “Esa es la razón por la cual no podemos tapar por completo las celdas, puesto que todo el día está llegando basura”, señala el ingeniero Jose Hernán Suárez, a propósito de la solicitud del señor Reynel Vidarte de ir tapando las celdas para evitar que el viento le lleve bolsas de basura a su predio.
En dichas celdas, la basura suelta un líquido (lixiviado) que luego llega a unas piscinas. Hay cuatro. Estas aguas pasan a una planta de tratamiento de aguas residuales. El agua tratada se utiliza luego para reforestar la zona y otra parte se evapora.
Paradójicamente las 156 hectáreas del relleno, por ser un área protegida y libre de ganadería, es quizás una de las zonas más biodiversas de la vereda. Por allí, la quebrada la Jagua corre con buen caudal, a diferencia de lo que pasa en la finca de don Reynel, en donde el agua luce lamosa, verde y atestada de chulos. “No es que esté contaminada, lo que pasa es que al estar estancada, es natural que se llene de alguitas y lama, como pasaría normalmente en la alberca de su casa si no se lava después de mucho tiempo. Los estudios realizados periódicamente demuestran que el agua está limpia, y la prueba empírica es que se ven pescados”, destaca el ingeniero Yasser Cuellar, Coordinador de Disposición Final en el relleno, y agrega que en cuanto a los chulos, es más un asunto de discriminación. No contaminan más ni menos que el ganado que también ronda la quebrada, que también defeca en sus alrededores y que con el tiempo contribuye a la infertilidad de la tierra.
Conocedor de dichos argumentos, don Reynel se pregunta si acaso alguien en la ciudad podría vivir tranquilo con el patio de su casa atestado de chulos, que se bañan en su alberca y defecan las plantas del jardín. ¿Comerías una fruta de ese jardín?

Los acuerdos
Durante varios años se han hecho reuniones entre la comunidad de la vereda la Jagua, representantes de las empresas que operan en la zona, la CAM, e incluso políticos y funcionarios públicos. De hecho estas empresas, debido a la responsabilidad social y a las compensaciones que por ley deben desarrollar en la zona, han entregado a la comunidad herramientas para la puesta en marcha de distintas apuestas productivas. De igual forma la Alcaldía y demás empresas se han comprometido a arreglar la vía de acceso a la vereda y adelantan gestiones para su pavimentación. Sin embargo, en cuanto a las afectaciones descritas, si bien se establecen compromisos por parte de estas empresas para velar por el cuidado de las personas y del medio ambiente, algunos moradores manifiestan que las molestias continúan y van en aumento con el paso de los años: “el humo de Incihuila sigue posándose sobre nuestras viviendas, los olores del relleno nos siguen visitando en las noches y en días de lluvia, y la carretera por la que transitamos sigue en mal estado y minada con nubes de polvo”, resalta Damaris.
Por su parte, Reynel Vidarte asegura que si bien una solución es venderle su finca al Estado, tampoco la va a regalar por los tres pesos que le han ofrecido; por otro lado, si bien es consciente de que miles de personas se benefician allá en las ciudades con el tratamiento riguroso (y certificado por la CAM) que hacen de sus basuras, lo cual les permite una vida en condiciones dignas y de salubridad, también se hace la siguiente pregunta: “¿acaso yo, mi familia, los otros vecinos, no tenemos los mismos derechos?
