“La universidad será pública y universal si es feminista antipatriarcal”.

Por: Lucía Hernández y Shirley Hurtatis
Integrantes de la colectiva VISUR
Al comenzar a ser parte de la Universidad Surcolombiana muchas mujeres aspiramos a sentir esta casa de estudios como un territorio libre de violencias, libre de miedos, que sea seguro de habitar. No obstante, encontramos que somos varias las mujeres que podemos dar cuenta de lo alejada que está esa aspiración de la realidad. No es un secreto que, al interior de las aulas de clase, por los pasillos, en las oficinas, en el restaurante, en las cafeterías, en las zonas recreativas y hasta en la propia biblioteca, recorrer la Universidad se ha traducido a permanecer en un constante estado de miedo y zozobra para muchas de nosotras.
Dicha situación nos llevó a cuestionarnos por qué, si reconocemos que esto es una problemática que vulnera la dignidad, la seguridad, la integridad y el bienestar de las mujeres, se sigue haciendo caso omiso y guardando tanto silencio. Al tener un previo acercamiento al feminismo podíamos reconocer el trabajo llevado a cabo por distintas mujeres en la Universidad. No obstante, nos dimos cuenta de que actualmente no existía ningún proceso de mujeres organizado y que si bien el tema no era del todo ajeno a la comunidad, sí era necesaria la existencia de un grupo u equipo que, de manera activa, dinamizara asuntos de género y feminismo al interior de la USCO.
Motivadas por la idea de poder empezar a generar transformación al interior de nuestra alma máter, estudiantes de Ciencia Política, Derecho y Comunicación Social nos juntamos para soñarnos colectivamente una universidad feminista, libre de violencias, segura y antipatriarcal. Es así como la colectiva Violetas Surcolombianas (VISUR) nace como parte de nuestro profundo deseo de generar un espacio seguro, empático, constructivo y de cuidado colectivo para las estudiantes de la Universidad Surcolombiana. Desde aquí, nuestro horizonte va dirigido a fomentar la participación, la incidencia y el liderazgo de compañeras que, así como nosotras, desean construir en colectivo una universidad libre de machismos y violencias basadas en género.

Sabemos que esta realidad que nos incomoda, pero que también nos impulsa a producir un cambio significativo, es la misma que movilizó a las anteriores generaciones de mujeres feministas de la Universidad Surcolombiana. Por supuesto, logros como la creación del Protocolo de Prevención y Atención a Violencias Basadas en Género (Resolución 248 de 2020) son el resultado de la lucha y la resistencia de las mujeres que han pasado por esta Universidad y que, así como nosotras, también se han visto atravesadas por estas mismas violencias. Por eso, reconocer esta situación no como una problemática reciente sino como parte de una histórica y arraigada realidad sociocultural, es necesario para entender que el verdadero cambio comienza desde el proceso individual de desaprender las violencias que hemos normalizado desde que somos niñas.
Desde luego, reconfigurar discursos y prácticas que se han interiorizado desde la propia cultura no es una tarea sencilla. Se trata de un permanente proceso de aprendizaje y autoconocimiento frente a qué cosas nos han hecho creer que son normales, pero que continúan fomentando dinámicas violentas en sociedad. Así pues, sabemos que el trabajo que queremos llevar a cabo desde VISUR implica, entre otras cosas, ampliar la conversación sobre cómo las dinámicas machistas y sexistas incluso pueden partir de nuestros entornos más cercanos. Sabemos que nuestro objetivo colectivo es comenzar a incidir con pedagogía, desde el activismo feminista, en escenarios de diálogo y de participación estudiantil que nos posibiliten llegar a más compañeras que tengan la convicción de que el legado de mujeres que nos anteceden lo vale en absoluto.
Si bien es importante dar cuenta de todos los avances que la Universidad Surcolombiana ha tenido en materia de igualdad social, es necesario reconocer que aún quedan varios retos frente a la garantía que se les debe a las personas víctimas de violencias basadas en género frente a la justicia restaurativa y a la no reincidencia de vulneración de derechos humanos.
Sin duda, los cambios no surgirán de un día para otro, pues se trata de un proceso en el que la Universidad misma debe continuar replanteando sus políticas de género, las acciones de prevención que se llevan a cabo y el proceso de autoevaluación frente a qué tan efectivas son las medidas que toman para erradicar, poco a poco, aquella nociva cultura de la violencia machista, sexista y patriarcal.
