Por: Carmen Alicia Cardozo de Martínez y Afife Mrad de Osorio, Columnistas invitadas, Universidad Nacional.
La investigación es un proceso social hecho por seres humanos que sienten, piensan, construyen y reconstruyen conocimiento de manera diferente, con diversas perspectivas e intereses, pero siempre en interrelación o relación intersubjetiva con otros seres humanos quienes igualmente forman parte del proceso investigativo hecho por y para ellos. Cuando hablamos de consideraciones éticas en investigación estamos dirigiendo el pensamiento a la esencia fundamental de esos procesos, del por qué, para qué, para quiénes se hace la investigación y el cómo y el cuándo, haciendo conscientes constantemente los efectos a corto, mediano y largo plazo de cada una de las acciones que se realizan durante el proceso investigativo. Hablamos de los múltiples significados que para cada ser humano tiene la vida, la muerte, la transformación, la salud, la enfermedad, la bondad, la maldad, la inclusión y la exclusión social.
Toda investigación en seres humanos tiene repercusiones o efectos en los valores personales y colectivos de los grupos donde se desarrolla, ya sea afirmándolos, transformándolos o modificando su realidad, entorno o interpretaciones. En sus conceptos de pertenencia, nacionalidad, imagen, corporeidad, roles, representaciones que en su conjunto afectarán tanto la investigación como particularmente a las personas quienes pueden ser vulneradas o violentadas con las acciones propias de la investigación en esos mismos intereses. Por ello, se requiere hacer constantemente un ejercicio valorativo de las implicaciones que tiene la investigación para las personas y buscar que prevalezca, por sobre todo, el respeto y el reconocimiento a sus creencias, principios y conocimientos, que asumen el carácter sagrado para el investigador. El investigador ha de mostrar, a lo largo del desarrollo de su investigación, su responsabilidad con la comunidad científica, con los sujetos de investigación y con la sociedad en su conjunto. Con respecto a la comunidad científica, el investigador debe velar por llevar a cabo una investigación que no vaya a minar la reputación de su equipo de investigación, de otros investigadores ni de la comunidad científica en su conjunto.
Esta continua interacción entre intereses de la ciencia e intereses de las personas o comunidades ha evidenciado la presentación de posibles choques o conflictos entre unos y otros, modos y modelos de trabajo o de interpretación que antes no se pensaba, posibilidades que requieren nuevas maneras o métodos de análisis. Desafortunadamente, entre todos estos encuentros y desencuentros, ha habido violación a los derechos de las personas, abusos, maltratos y explotación que son ampliamente conocidos y que han llevado también a la construcción de acuerdos, propuestas, declaraciones, principios y pautas que han contribuido y contribuyen a la regulación social de los efectos que pueda producir la investigación sobre los seres humanos.
Se requiere una deliberación ética constante y permanente de parte de todos los actores involucrados en estos procesos para hacer de la ciencia un campo de conocimiento no solamente bueno sino sensible.
Bioética e investigación
Al hablar de bioética, nos situamos en diversos escenarios interpretativos tanto del término como de los alcances que puede suponer involucrarse en este nuevo campo de conocimiento caracterizado por el propósito permanente de dar una mirada amplia al estudio de los conflictos entre la ciencia y la sociedad, desde una perspectiva interdisciplinaria e intersectorial, que parta de la consideración explícita de valores y principios éticos utilizando, de manera sistemática y metódica, el dialogo plural. De manera reiterativa, y casi normativa, se asimila el término a las definiciones y alcances que le dieran Fritz Jahr en 1927 y Potter en 1970 como puente o enlace entre aquellas acciones de los seres humanos, la técnica, el contexto y el conocimiento, pensando en un diálogo mundial que construyera nuevos escenarios para la vida humana. Los escenarios de aplicación y práctica de estos conceptos fueron en sus primeras etapas algunos países europeos y Norteamérica, particularmente los Estados Unidos, razón por la cual las circunstancias y modos de llevarlos a la práctica obedecieron a un contexto sociocultural específico.
Tal vez lo más importante a rescatar de la bioética es el pluralismo y la tolerancia a la diversidad, manteniendo un profundo respeto por las culturas de las comunidades en las cuales se vive o aplica. La manera como se busca que esto se haga realidad es a través de instituciones sociales denominadas comités de ética.
Problemas como el de la investigación podrían ser analizados desde una perspectiva de la bioética como la que plantea Fernando Lolas, cuando señala que se hace necesario recuperar la bioética como proceso social y como un camino de dilucidación de diversos significados que permiten la aceptación de la diversidad y la pluralidad presentes en los diferentes contextos, sin conducir al relativismo ético.
Desde esta mirada, los focos de análisis de la bioética deben ser los procesos sociales, superando el énfasis en los procedimientos técnicos y productos académicos que poco significan en la vida cotidiana del ciudadano, principal razón, eje, soporte y centro de la deliberación. Esto significa que la deliberación ética no es exclusiva de los investigadores, ni de los especialistas, ni de los técnicos. Es indispensable incluir al ciudadano como su actor fundamental, ya que es él quien recibe finalmente los resultados de la investigación; es quien construye los imaginarios sobre su propia vida e interpreta en su propio lenguaje el devenir, el cual a su vez está inmerso entre muchos intereses sociales, políticos, económicos, confesionales, demográficos, étnicos o culturales, por mencionar algunos.
Por ello la categoría que propone Lolas es la de bioética social como “una forma de filosofía social que brinda una perspectiva sobre el talante dialógico de la deliberación que se propugna y de su necesario impacto en la sociedad”. Es decir, identifica como naturaleza y esencia de la bioética, el reconocimiento de la capacidad de análisis racional y razonable de la comunidad sobre sus problemas, esperanzas y alternativas.
[1] Capítulo publicado bajo el título INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA: UNA PERSPECTIVA ÉTICA. En BIOETICA. Lolas S Fernando y De Freitas Jose Geraldo Editores. Editorial Mediterráneo Santiago de Chile y Buenos Aires Argentina. ISBN 978-956-220-349-4 2013.